Sin embargo lo peor no es eso. Lo peor es el no poder hacer nada, la impotencia.
Pero eso tiene remedio. En estos casos puede que el instinto sea lo más adecuado para contrarrestarlo, plantarle cara de una vez, enseñar los colmillos, hacerle frente con todas las consecuencias; las buenas y las malas.
Porque no tengo miedo a proteger lo que es mio, y no hablo de lo material, porque si hace falta me dejaré la sangre por ello, por ella.
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