No existe la casualidad, hay que estar ahí

domingo, 14 de diciembre de 2014

Autorreflexión

No es la primera, ni será la última vez que me visitas por la noche. Como el espíritu de la Navidad, con el único propósito de atormentar. Sin embargo ya no funciona como antes. He sufrido y me he enfrentado a mis errores. Los asumo abiertamente ante quien sea y cuando sea. No tengo en eso problema. Me ha ayudado a superarlo. Porque puedo afirmar que donde pensé que habría cristales rotos para siempre empiezo a distinguir la silueta de lo que era un corazón. No estoy enamorado ni nada por el estilo, simplemente me estoy reparando. Solo. Bueno en realidad no estoy solo. Tengo muchas personas que me ayudan. Tú eres una de ellas.
No quiero ser egoísta ni nada por el estilo, pero si quiero quererme. Como lo haces tú. Tengo todo el derecho y fuiste tú la persona que me lo dijo muchas veces. Dijiste que podía ser feliz y que no necesitaba a nadie para ello, y es cierto. Solo tengo que ir recordando cómo y me parece que es lo que estoy haciendo. Poco a poco y con paciencia. Asumiendo lo que la vida me presenta. Buscándole el mejor lado. Tratando de ponerlo todo recto y en su sitio. Como estaba todo antes. Ordenado. Recuperar las formas a toda costa. Volver a unos principios. Renacer. Tener la cabeza tan fría como antes para poder tomar las decisiones acertadas, pero sin olvidar el calor del corazón. Será largo, difícil y tedioso. No será instantáneo. Puedo prometer, y prometo, que lo conseguiré. Retomando lo mejor del pasado pero sin olvidar lo peor, para que en el futuro pueda hacer las cosas aun mejor.
Esto no estaba pensado como una especie de auto reflexión de ayuda, pero es lo que me ha salido. Quizá no vaya expresamente dirigida a ti, pero te pone al tanto de como estoy. Al igual que haces tú con tus cartas, las que se supone que no debería ni leer. Sin embargo no desaprovecho la oportunidad de decirte algo directamente y es que quiero que sepas que si no me acordara de ti, ni leería, ni escribiría ni respondería. Y como hago las tres cosas, te darás cuenta de que sigo pensando en ti.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Cuadro clínico del dolor sentimental

Hoy me he parado a pensar unos segundos en algo que está ahí desde hace mucho tiempo: en el dolor.
¿Cómo es el dolor sentimental?¿Cuándo sabemos que está ahí?¿Y por qué lo sabemos?¿Lo sienten igual todas las personas?
Sobre como es podría decir que es profundo. No se puede ver a simple vista, aunque algunas de sus consecuencias si. En realidad no duele. No como lo hace el físico. Se trata simplemente de una sensación abrumadora, posiblemente producida por tu cerebro, pero curiosamente lo siento en el fondo del pecho. Y en la garganta. Podria describirlo como si el cuello se te hiciese mas pequeño y pudieses coger menos aire de lo que haces normalmente. Es definitivamente agobiante. 
Sabemos como está ahí porque somos nosotros quienes lo producimos. Nuestra cabeza es la única responsable. Hace que nuestro corazón se encoja, acelerando en ocasiones el pulso y provocando arritmia repentina. Se trata de una alalteración del estado normal de tu cuerpo. 
¿Cómo librarse de él? Aun me lo sigo preguntando. El tiempo es la solución definitiva. Pero ¿y a corto plazo? En ocasiones distraerse es la mejor opción, pero en otras no eres capaz, porque no puedes sacarlo de ahí, es demasiado fuerte. Te deja sin ganas de hacer otras cosas, asi que se apodera de ti hasta que algún factor externo te obliga a salir de él. Quizá una persona que te llama para algo o cualquiera de tus quehaceres cotidianos. Canalizarlo en forma de rabia es efectivo. El lado más animal del ser humano es ese. Aunque no arreglará nada siempre son oportunos unos golpes a la pared o la almohada, provocando dolor físico en alguna de las partes de tu cuerpo que te distraiga de la antigua herida.
Todo es mental en realidad, disciplina, autocontrol y calma pueden dominar al dolor. Pero no siempre es fácil. Nuestro estado no siempre nos permite acceder a estas cualidades. En ocasiones tienes un buen día, estás de buen humor y poco parece importar lo demás. Puedes dormir del tirón, sonreir y pasar un buen momento. Otros días todo está nublado y te entra el bajón, le das vueltas a todo y ese remolino te arrastras hasta el fondo. Esos días no para de trabajar tu cabeza, ideando nuevas formas de martirizarte. 
Supongo que escribir esto me ayuda a enfrentarme al dolor. Analizas al enemigo, detectas sus puntos débiles e inmediatamente o poco a poco lo contrarrestas. Saber lo que hacer siempre te ayuda, aunque no siempre tengas la fuerza para seguir ese plan.