No existe la casualidad, hay que estar ahí

jueves, 4 de diciembre de 2014

Cuadro clínico del dolor sentimental

Hoy me he parado a pensar unos segundos en algo que está ahí desde hace mucho tiempo: en el dolor.
¿Cómo es el dolor sentimental?¿Cuándo sabemos que está ahí?¿Y por qué lo sabemos?¿Lo sienten igual todas las personas?
Sobre como es podría decir que es profundo. No se puede ver a simple vista, aunque algunas de sus consecuencias si. En realidad no duele. No como lo hace el físico. Se trata simplemente de una sensación abrumadora, posiblemente producida por tu cerebro, pero curiosamente lo siento en el fondo del pecho. Y en la garganta. Podria describirlo como si el cuello se te hiciese mas pequeño y pudieses coger menos aire de lo que haces normalmente. Es definitivamente agobiante. 
Sabemos como está ahí porque somos nosotros quienes lo producimos. Nuestra cabeza es la única responsable. Hace que nuestro corazón se encoja, acelerando en ocasiones el pulso y provocando arritmia repentina. Se trata de una alalteración del estado normal de tu cuerpo. 
¿Cómo librarse de él? Aun me lo sigo preguntando. El tiempo es la solución definitiva. Pero ¿y a corto plazo? En ocasiones distraerse es la mejor opción, pero en otras no eres capaz, porque no puedes sacarlo de ahí, es demasiado fuerte. Te deja sin ganas de hacer otras cosas, asi que se apodera de ti hasta que algún factor externo te obliga a salir de él. Quizá una persona que te llama para algo o cualquiera de tus quehaceres cotidianos. Canalizarlo en forma de rabia es efectivo. El lado más animal del ser humano es ese. Aunque no arreglará nada siempre son oportunos unos golpes a la pared o la almohada, provocando dolor físico en alguna de las partes de tu cuerpo que te distraiga de la antigua herida.
Todo es mental en realidad, disciplina, autocontrol y calma pueden dominar al dolor. Pero no siempre es fácil. Nuestro estado no siempre nos permite acceder a estas cualidades. En ocasiones tienes un buen día, estás de buen humor y poco parece importar lo demás. Puedes dormir del tirón, sonreir y pasar un buen momento. Otros días todo está nublado y te entra el bajón, le das vueltas a todo y ese remolino te arrastras hasta el fondo. Esos días no para de trabajar tu cabeza, ideando nuevas formas de martirizarte. 
Supongo que escribir esto me ayuda a enfrentarme al dolor. Analizas al enemigo, detectas sus puntos débiles e inmediatamente o poco a poco lo contrarrestas. Saber lo que hacer siempre te ayuda, aunque no siempre tengas la fuerza para seguir ese plan.

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