No existe la casualidad, hay que estar ahí

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Esa extraña imagen nuestra

Yo he dejado de escribirte, tú has dejado de leerme. O eso es lo que supone cada uno. En parte es mentira. Quizá no sea este el sitio en el que escribo, pero lo sigo haciendo ¿Qué es más ridículo: escribir mensajes para no enviarlos o mandarselos a alguien que posiblemente no quiere recibirlos? Supongo que sencillamente lo más estúpido es que cada uno piense lo que quiera del otro, sin tener la más mínima idea. Yo pienso que ya no me quieres, tú crees que te olvidado. Lo he estado pensando, tengo una pregunta para ti (más en realidad, pero solo ésta que proceda) ¿Cómo se corta un hilo que no se puede ver?¿Y si lo que une el ancla al barco no es material? 
(¿Sucesor o sustituto?) Puedes decir que se ha acabado, no dudo que lo hagas. Adelante, da el segundo paso, creételo. Trata de no mentir como lo hago yo para parecer impasible. Estoy siendo generoso, ¿A caso no te alejo para que seas feliz? 
(¿Siempre juntos o para siempre?) Se que de esta manera nunca acabaremos de entendernos. Quizá estemos destinados a ese constante tira y afloja. La discusión será posiblemente la derivada de nuestra vida justo en este momento, mientras que tus lágrimas y mis palabras conforman el área que hay debajo. Espero el punto de inflexión que cambie las cosas, ¿acaso no eran las reconciliaciones...? Se que no queremos la misma reconciliación, y eso no lo pienso, lo se.

Firmo con un verso de mi poeta preferido:
You lived here for so long,
it's kind strange now you're gone.
Te quiero.

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